Juan Larrea (vo)

EN TRAJE DE HOJAS SECAS [1]

Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra

cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra

alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas

Poder poder al fin hallar en mi vértigo la estatua

de un héroe de sol con los pies a flor de agua

los ojos a flor de invierno

Adiós el mundo entre mis sueños de adiós

los hombres

adiós los hombres y los pueblecitos de sus manos

Por todas partes hay espadas que me cortan

en pedazos

oh

cataratas de espadas

Cataratas de espadas es el orden en marcha

soy yo quien ando sobre cavernas

que crujen como cráneos

Nadie se había ahogado aún

Nadie estaba antaño en la sombra

Ahora soy yo pero yo no me per- tenezco al modo como

los pájaros que duermen en mis

ojos no les pertenecen



ESPINAS CUANDO NIEVA

En el huerto de Fray Luis

Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra

cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra

alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas

Poder poder al fin hallar en mi vértigo la estatua

de un héroe de sol con los pies a flor de agua

los ojos a flor de invierno

Tú que en la alcoba del viento estás velando

la inocencia de depender de la hermosura volandera

que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho más débil

Tú que asumes luz y abismo al borde de esta carne

que cae hasta mis pies como una viveza herida

Tú que en selvas de error andas perdida

Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha



EL MAR EN PERSONA

He aquí el mar alzado en un abrir y cerrar de ojos de pastor

he aquí el mar sin sueño como un gran miedo de tréboles en flor

y en postura de tierra sumisa al parecer

Ya se van con sus lanas de evidencia su nube y su labor

A la sombra de un olmo nunca hay tiempo que perder

Crédula exquisita la oscuridad sale a mi encuentro

Mi frente abriga la corteza del pan que llevo adentro

cortado a pico sobre un pájaro inseguro

Y así me alejo bajo la acción del piano

que me cose a las planta precursoras del mar

Un ciervo de otoño baja a beber la luna de tu mano

Y ahora a mi orilla el mundo se empieza a desnudar

para morirse de árboles al fondo de mis ojos

Mis cabellos se llenan de peces de penumbra

y de esqueletos de navíos forzosos

Sin ir más lejos

tú eres fría como el hacha que derriba el silencio

en la lucha entre el paisaje y su golpe de vista

Más cuando el cielo exporta sus célebres pianistas

y la lluvia ennoblece el olor de mi persona

cómo tu hermoso corazón se traiciona.



RAZÓN

Sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor, poema es esto

y esto

y esto

Y esto que llega a mí en calidad de inocencia hoy, que existe

porque existo

y porque el mundo existe

y porque los tres podemos dejar correctamente de existir.

CAVIDAD VERBAL

Un día me sucedió que percibí sin más la existencia de un vidrio intercalado entre los demás y yo, vidrio más o menos transparente según los agentes psíquicos, de manera que por claros momentos podía creerme a su lado formando parte de sus mismas sospechas. Mi vista llegó a englobar la unidad conjunta ; constituíamos todos un único ramillete aunque contemplado por dos ojos de diferente color. De este modo se explicaba, siendo el que miraba oscuro, lo turbio y parcial de mis sensaciones. Sentía no ser sino en una misma presencia, la presencia de algo difícil de discernir, y experimentaba el deseo de romper el vidrio para convertirme en ella, haciéndola idéntica a mis profundas ansias.

Mas el vidrio, a veces, amanecía empañado -se hubiera dicho el final de todo-, viéndome entonces obligado a luchar contra el deseo de trazar en él mi nombre con el dedo. Sabía que hacerlo equivalía a decretar mi muerte redactando mi epitafio. Equivalía a dar un nombre a la muerte, llamarla Juan o Pedro o Nicomedes. Al fin empecé a escribir un nombre cualquiera, Felipe, y oí un pequeño crujido como si un pétalo cayera, mientras que, como si formara parte de una balanza, se elevaba un suspiro. A través de esas letras me era dado contemplar.

Y vi que no había sino un hombre, uno solo, habiendo todos los demás desaparecido. Un hombre que nunca había visto anteriormente y comprendí que debía tratarse de mí mismo. Era ese hombre presa de una gran curiosidad e iba de flor en flor mirando a través de ellas como se mira por el ojo de una cerradura a una mujer que se desnuda. Contemplaba con tan grande atención, con tan perfecto olvido, que me era difícil contenerme y no romper el vidrio para mezclarme a sus diligencias. Sabía yo que ELLA se encontraba allí y que me era mi lugar usurpado. Decíame : yo, yo, soy yo... y me sentía huérfano de algo, como una caja sin tapadera, inacabado, no cerrado. Me volví entonces hacia atrás para hacer compartir mi desventura. Y encontré mil rostros repetidos como los motivos de un papel pintado de una habitación, e iluminados por una luz que les llegaba de dentro a fuera. Todas las palabras estaban asimismo allí, pero desprendidas de toda voluntad y sin significación. Uno de ellos decía : grasa, grasa, y lloraba a raudales. Yo anhelaba saber el contenido de esa palabra porque tenía celos de sus lágrimas y quería llorar más que él.

Alguien llegó diciendo : — Oh, ¿eres tú ? - Sí, soy yo, respondí, mas sin saber en realidad lo que esto quería decir ; -Yo soy yo. Pero otro exclamó : -¡Oh, no es posible !Yo soy yo — ¡Qué equivocación !, intervino un tercero ; Tú no eres Yo, tú eres Tú... -No, perdón, corrigió aún otro ; Yo soy yo.

Pero una voz exclamó :-Yo soy el llamado a llorar (Desde el comienzo se estaba esperando este instante) Yo va a separarse, yo va a partir, es preciso partir. Soy el llamado a llorar.

Entonces todos se echaron a llorar como si en un día quizá lejano hubieran sido ya ríos.

Y todos se vigilaban envidiosamente como moldes.

Traduit par Juan Larrea

EN COSTUME DE FEUILLES MORTES

Rêve-moi rêve-moi en hâte étoile de terre

cultivée par mes paupières prends-moi par mes anses d’ombre

affole-moi d’ailes de marbre en feu étoile étoile parmi mes cendres

Pouvoir pouvoir enfin trouver dans mon vertige la statue

d’un héros de soleil les pieds à fleur d’eau

les yeux à fleur d’hiver

Adieu le monde entre mes rêves d’adieu

les hommes

adieu les hommes et les petits villages de leurs mains

Il y a partout des épées qui me coupent

en morceaux

oh

cataractes d’épées

Cataractes d’épées c’est l’ordre en marche

c’est moi qui marche sur des cavernes

craquantes comme des crânes

Personne ne s’était encore noyé

Personne n’était jadis dans l’ombre

Aujourd’hui c’est moi mais moi ne m’ap-partiens pas plus que les oi-

seaux qui dorment dans mes

yeux ne leur appartiennent



ÉPINES QUAND IL NEIGE

Dans le jardin de Fray Luis

Rêve-moi rêve-moi en hâte étoile de terre

cultivée par mes paupières prends-moi par mes anses d’ombre

affole-moi d’ailes de marbre en feu étoile étoile parmi mes cendres

Pouvoir pouvoir enfin trouver dans mon vertige la statue

d’un soir de soleil les gestes à fleur d’eau

les yeux à fleur d’hiver

Toi qui, dans l’alcôve du vent, veilles [2]

l’innocence de dépendre de la beauté fugitive [3]

qui se trahit dans l’ardeur des feuilles tournées vers le coeur [4] le plus faible

Toi qui assumes la lumière et l’abîme au bord de cette chair

qui tombe à mes pieds comme un élan blessé

Toi, égarée dans des forêts d’erreur [5],

suppose que mon silence est habité par une sombre rose sans issue et sans lutte.



LA MER EN PERSONNE

Voici la mer levée dans un clin d’œil de berger

voici la mer sans sommeil comme une grande peur de trèfles en fleur

et en position de terre apparemment soumise

Ils partent déjà avec leurs laines d’évidence leur nuage et leur labeur

À l’ombre d’un orme il n’y a jamais de temps à perdre

Crédule exquise l’obscurité vient à ma rencontre

Mon front abrite la croûte de pain que je porte en moi

tombé à pic sur un oiseau hésitant

Et je m’éloigne ainsi sous l’effet du piano

qui me coud aux plantes annonçant la mer

Un cerf d’automne descend boire la lune de ta main

Et maintenant à mes rivages le monde commence à se déshabiller

pour mourir d’arbres au fin fond de mes yeux

Mes cheveux se remplissent de poissons de pénombre

et de squelettes de vaisseaux inévitables

Sans chercher plus loin

tu es froide comme la hache qui abat le silence

dans la lutte entre le paysage et son coup de vue

Or lorsque le ciel exporte ses célèbres pianistes

et la pluie ennoblit l’odeur de ma personne

ô combien ton beau cœur se trahit



RAISON

Suite de sons éloquents mus à scintillement, un poème est cela

et cela

et cela

Et cela qui me parvient en tant qu’innocence aujourd’hui, qui existe

parce que j’existe

et parce que le monde existe

et parce que tous les trois nous pouvons cesser correctement d’exister.

CAVITÉ VERBALE

Un jour il m’arriva de percevoir sans plus l’existence d’une vitre interposée entre moi et les autres, vitre plus ou moins transparente selon les agents psychiques, de sorte que par des clairs moments je pouvais me croire à leurs côtés faisant partie de leurs soupçons mêmes. Ma vue parvint à embrasser l’ensemble : nous constituions tous un seul bouquet, bien que contemplé par deux yeux de différente couleur. Ainsi pouvait-on expliquer, celui qui me regardait étant obscur, le caractère trouble et partiel de mes sensations. Je ne me sentais être que dans une unique présence, la présence de quelque chose de difficile à discerner, et j’éprouvais le désir de casser la vitre pour me transformer en elle, la rendant identique à mes profondes envies.

Or, de temps en temps, la vitre s’éveillait ternie — on aurait dit la fin de tout —, et j’étais alors obligé de lutter contre le désir d’y tracer mon nom avec mes doigts. Je savais que cela équivalait à décréter ma mort en rédigeant mon épitaphe, à donner un nom à la mort, à l’appeler Juan ou Pedro ou Nicomedes. Enfin, je commençai à écrire un nom quelconque, Felipe, et j’entendis un petit craquement, comme si un pétale était tombé, tandis qu’un soupir montait, comme s’il faisait partie d’une balance. À travers ces lettres, il m’était possible de contempler.

Alors je vis qu’il n’y avait qu’un homme, un seul, tous les autres ayant disparu. Un homme que je n’avais jamais vu auparavant, et je compris qu’il devait s’agir de moi même. Cet homme était en proie à une grande curiosité et il allait de fleur en fleur, regardant à travers elles comme l’on regarde une femme se déshabiller à travers une serrure. Je contemplais avec une si grande attention, avec un si parfait oubli, qu’il m’était difficile de me retenir et de ne pas rompre la vitre pour me mêler à ses démarches. Je savais bien qu’ELLE se trouvait là, et que ma place m’était usurpée. Je me disais : moi, moi, c’est moi... et je me sentais dépouillé de quelque chose, comme une boîte sans couvercle, inachevé, non fermé. Je tournai la tête pour pouvoir partager mon malheur. Et je trouvai des milliers de visages répétés comme les motifs du papier peint d’une chambre, éclairés par une lumière qui leur venait de l’intérieur. Tous les mots étaient là aussi, mais dépourvus de toute volonté et sans signification. L’un des visages disait : graisse, graisse, et il pleurait à flots. Je souhaitais connaître le contenu de ce mot parce que j’étais jaloux de ses larmes et je voulais pleurer plus que lui.

Quelqu’un arriva en disant : — Ô, c’est toi alors ? - Oui, c’est moi, répondis-je, mais, en réalité, je ne savais pas ce que cela voulait dire ; — Moi, c’est moi. Or, un autre s’écria : — Ô, ce n’est pas possible ! Moi c’est moi — Quel malentendu !, intervint un troisième ; Toi, tu n’es pas moi, toi c’est toi... — Non, désolé, corrigea un autre ; Moi c’est moi.

Mais une voix s’écria : — Je suis celui qui est appelé à pleurer ( Depuis le début on attendait ce moment ) Moi va se séparer, moi va partir, il faut partir. Je suis celui qui est appelé à pleurer.

Alors tous se mirent à pleurer comme si peut-être autrefois ils avaient déjà été des rivières.

Et tous se surveillaient, jaloux comme des répliques [6].

Par Marcos Eymar

[1Traduction de Luis Felipe Vivanco

[2Le verbe espagnol "velar" peut avoir deux sens entièrement différents : "voiler" et "veiller" (un mort). En français il n’est pas possible de conserver l’ambigüité et nous avons donc opté pour l’une des deux interprétations possibles.

[3"Volandera" est un adjectif archaïsant en espagnol, souvent utilisé par les écrivains espagnols du Siècle d’Or comme Fray Luis.

[4"Pecho" en espagnol veut dire littéralement "poitrine". Outre le fait que le mot n’est guère poétique en français, son utilisation métonymique pour désigner le « cœur » est très fréquente dans toute la tradition lyrique espagnole.

[5L’ordre syntaxique français étant plus stricte que l’espagnol, il n’était malheureusement pas possible de conserver l’hyperbate de l’original espagnol. La traduction " toi, dans des forêts d’erreur égarée" présentait en plus une ambiguïté fâcheuse, puisque "erreur" est féminin en français.

[6Littéralement : « jaloux comme des moules » ce qui, en français, a un double sens gênant qui n’est pas du tout présent dans l’original.